La industria del libro es un sector en continuo cambio y movimiento. Todos tenemos claro que ahora no se hacen las cosas como se hacían hace cincuenta años, por ejemplo. Nuevos formatos han irrumpido en nuestra vida, como el libro electrónico y, también, nuevas figuras, como la del agente literario.
La figura del agente literario irrumpió con fuerza en España gracias de Carmen Bacells, considerada la gran agente literaria en español. Gracias a ella, hubo cambios importantes en el sector del libro en beneficio del autor, por ejemplo, se implantó la cláusula de cesión de derechos por tiempo limitado y se dividió esta en virtud del formato del libro (electrónico, adaptaciones…). Pero las cosas también han cambiado desde que Bacells dejó su legado en España, tanto para los agentes literarios como para los propios escritores o la industria editorial.
Hoy en día, un agente literario no es solo quien te consigue ese esperado contrato con una gran editorial y vela por tus derechos, sino también un compañero en el día a día de tu periplo editorial. Los agentes literarios nos hemos reinventado y convertido en gestores de prensa, marketeros e, incluso, community managers. Bien es cierto que depende mucho de las funciones que el agente quiera ofrecer, pues, básicamente, la labor del agente es tenderte un puente hacia un contrato editorial y velar porque la editorial se encargue de cumplir con las cláusulas, que ya contemplan funciones de difusión. Pero, por lo general, los agentes literarios de hoy en día somos muy multitarea.
Para mí este proceso ha sido muy sencillo, pues desde que comencé mi trabajo en el mundo editorial hace ya más de seis años, he estado involucrada en la mayoría de funciones del sector, y me he desarrollado en medio de tres vértices: lectores, editores y escritores. Para mí, es muy fácil conectar con las necesidades de cada una de las partes involucradas en el proceso y de dedicarme a tareas que van más allá del contrato editorial, pues estoy especializada en la creación de planes creativos de difusión para escritores, en estrategias de marca personal y ventas de cara a premios literarios u otros galardones, en gabinetes de prensa,
consultorías editoriales, redes sociales y otras tantas tareas. Pero ¿es necesario tener un agente
literario que abarque todo esto?
Lo primero que deberíamos preguntarnos es si es necesario tener un agente literario, a secas. Cada vez estoy más convencida de que sí y os lo dice alguien que no siempre ejerce de agente, es decir, que no vive únicamente de esto y que puede hablar con más neutralidad acerca de la profesión. Sin embargo, creo que las editoriales se sienten más cómodas cuando alguien les ha filtrado una obra previamente y cuando pueden hablar con quien maneja su mismo idioma.
Además, lo más importante. Un escritor siempre va a pasar por procesos estándar de evaluación de manuscritos, lo cual, muchas veces, termina en un rechazo editorial, mientras que un agente es, al menos, alguien con contactos dentro de las editoriales que puede negociar de forma directa con los responsables de evaluación y aumentar las posibilidades del autor de firmar con esa editorial. Esta es la gran función que se le debería exigir a un agente: que tenga las dotes de negociación necesarias, así como los conocimientos sobre el sector y sobre la mayoría de editoriales españolas (esto es importante, de verdad, me he encontrado con agentes extranjeros que quieren operar en nuestro país y que estaban mandando thrillers a editoriales de ciencia ficción… Lo cual no tiene ningún sentido) junto con los contactos pertinentes para que el proceso sea efectivo. También, por supuesto, un mínimo de criterio literario.
Y lo segundo que necesita tu agente literario es suscitarte confianza. Mucha confianza. Como
dije hace poco en la última entrevista que me hicieron, comenzar una relación con un agente literario es casi una historia de amor. Advierten que en el trabajo es mejor no hacer amigos, pero, en mi experiencia, al final tus representados y tus clientes en general, se convierten en amigos. Sufrís y os alegráis juntos, y, lo más importante, ponéis rumbo a una misma dirección, sois dos personas remando hacia un mismo destino y eso os va a unir de una forma u otra.
Además, se requiere humildad, empatía y buenos valores para no anteponer lo económico a lo humano.
He tenido casos en que, después de firmar un gran contrato editorial, he tenido que renunciar a mi parte de regalías futuras porque el autor/a estaba en una situación difícil y necesitaba el dinero. No es un buen negocio, lo sé, pero es una buena acción. Y sé que esa persona no se va a ir con nadie más, siempre querrá estar conmigo, pero cuando pueda estar conmigo. Se ha de trabajar con quien quieres trabajar, no con quien estás obligado (por contrato o por lo que sea) a trabajar. Así que es bonito encontrar este tipo de transacciones más humanas en las relaciones laborales. Os animo a encontrar este tándem.
Así pues, tras hacer referencia a las tres cualidades más importantes que debe tener un agente literario a mi parecer (conocimientos, dotes de negociación y humanidad), lo demás, es complementario. Si tu agente literario además sabe acerca de marketing, tiene contactos de prensa, dotes para organizar presentaciones, … Fabuloso.
Pero no olvides empezar por lo esencial y que todo esto último sea, sobre todo, como un bonus.
Eva Fraile Rodríguez.
Psicóloga, agente literario, creadora de proyectos creativos para escritores, asesora editorial, redactora en medios de comunicación y editora de la web La Reina Lectora.
https://www.lareinalectora.com/
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