Poner nombres en nuestros libros, de Laia Andía Adroher

En el artículo de hoy, una de nuestras autoras, Laia Andía Adroher, autora de Solo tengo un plan A, nos habla de sus problemas para idear los nombres adecuados para sus personajes.

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Siempre nos centramos en que la trama debe ser adictiva, en que la historia debe tener un giro que
sorprenda al lector, o en hacer magia con nuestras palabras. Eso podría ser vital y probablemente
lo más importante cuando nos sentamos a escribir. Sin embargo, a mí hay algo que me trae más
dolores de cabeza que plantearme esas cuestiones. LOS NOMBRES.
Escoger un buen nombre para nuestros protagonistas es trascendental. Son personas que quedaran marcadas n nuestros lectores y que formaran parte de sus pequeñas familias a partir del momento en que los
conquisten.
Hay que pensarlo bien y para mí es una de las tareas más complicadas. Si coges nombres demasiado corrientes, pierden fuerza; si coges nombres que se han utilizado mucho en el genero, pierden valor; si coges nombres demasiado desconocidos o extraños al final se acaban olvidando. Además de que debes pensar ya en os que has utilizado, y no solo como principales, sino también en todos esos secundarios, porque claro, puede llevar a confusión. Vamos, que las opciones cada vez son más pequeñas y los dolores de cabeza más grandes.

Porque de normal, ¿qué pasos seguimos para encontrarlos?
Lo fácil es tirar por nuestros conocidos, nuestros amigos, nuestros cercanos… pero eso se termina pronto.
Luego buscas los nombres más famosos en función de dónde está ambientada nuestra historia, pero esos o son demasiado corrientes o están muy utilizados. Entonces caes en una lista interminable de nombres, que alguno te suena a chino y que te cuesta salirte de lo que más se acerca a ti. Ahí puedes encontrar una infinidad de posibilidades, porque nombres hay hasta debajo de las piedras, pero nunca terminan por convencerte.

Porque un nombre debe tener fuerza y personalidad, mientras tiene que inspirarte para escribir, debe transmitirte algo y debe despertarte esa sensación de especial cuando lo ves. Va a acompañarte durante días, le vas a coger un cariño, vas a sumergirte en su mente y vas a hacer que mande en tus pensamientos. Así que no es una elección a tomar a la ligera y cuesta mucho decidirse.

Pero eso no termina ahí. Porque cuando encuentras esos dos protagonistas y te has decidido por unos
nombres concretos, que a medida que más libros sacas, más se te reduce el circulo, debes ir a por los secundarios.
Y hablo por mí, que soy de las que les gustan los grupos de amigos grandes. Por lo que me vuelvo totalmente loca. Sí, tengo un excel dónde me marco los que voy usando y llega un punto dónde no sé ni por dónde debo tirar. Pero creedme, hay veces que tardo más en todo este proceso de elección que en la historia en sí. Porque encima, no solo hay que escoger secundarios que puedan transmitirte o que sean acordes a lo que quieres mostrar de ellos, sino que además debes tener presente que queden bien.
Porque, y haciendo alusión a uno de mis casos, si le pones a la protagonista Lara, no puede tener un secundario que se llame Laura, por mucho que ese personaje concuerde perfectamente con la visión que tienes
de ese nombre. Sí, la visión de los nombres es otra cosa que juega en nuestra contra. Cuando piensan en
nombres y más en los que te resultan conocidos, tiendes a asociarlos con personas que conozcas o gente que haya pasado por tu vida, y eso te complica todavía más. Porque tu le has encasillado una manera de ser a un nombre concreto y tu personaje ya va a tirar en esa dirección. Y no solo como escritor, es que si coges un libro como lector y el /la protagonista lleva el nombre de tu peor enemigo, ya la hemos liado. Ya lo veis, todo son problemas.

Además, ¿alguien conoce algún sitio que me facilite los apellidos según el perfil de la persona? Porque eso
también es algo en lo que pensar. No suelo usarlo tanto, pero en ocasiones si que menciono ese detalle, por lo que también debe quedar bien. No solo con el nombre, sino con el personaje. No debe ser corriente, tampoco demasiado extraño… Vamos, toda una odisea.

Así que como podéis observar, este debería ser el primer paso cuando nos sentamos a escribir y para mí, uno de los más complicados. No sé como funcionará el resto, lo que sí sé es que cada vez se reducen más las opciones y que no todos los nombres terminan por conquistarme.
Por lo que habéis visto, ese es mi principal quebradero de cabeza y mucho sería que existiera la formula
secreta o un ritual especifico. Y ya ni quiero pensar algún mecanismo que te diera el nombre perfecto que te hiciese triunfar. Pero no, me temo que eso es mucho pedir. Aunque, oye, si alguien conoce el secreto, estaré más que encantada a escucharla, sino os animo a que podáis darme opciones que os convenzan… quien sabe si de todas ellas, sale mi próxima novela.

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